28.8.06

el coleccionista de hamacas y el carpintero

En el bus de Managua a Tegucigalpa, conocí a José y Martín, dos cordobeses de Oncativo ("somos del interior del interior", dijo José), que venían desde Venezuela en un viaje mucho más veloz que el mío. Habían estado en Colombia, Panamá y Costa Rica y seguían hasta México, todo en un total de 45 días.

Al llegar, buscamos hotel juntos y, por primera vez, en el último día de turismo, no salí solo a recorrer una ciudad nueva. Vino bien, porque Tegus no pintaba mucho más segura que Managua.

José -profesor de secundaria y artesano- andaba en busca de enterarse cuál es el pueblo de Honduras que se conoce por las buenas hamacas que hacen, ya que las colecciona. Como decía Martín, el carpintero, "no podía coleccionar monedas, estampillas..."

Dio la casualidad que Martín es hincha del Ciclón y, cuando pasamos por una casa de electrodomésticos, vimos el partido en Fox Sports. Ahí nos pusimos a buscar un restorán donde pasaran el partido, hasta que en un Pizza Hut nos aceptaron cambiar de canal. ¿Para qué? Nos terminamos de sentar cuando empezó la lluvia de goles. Para el 5-1, ya estábamos lo suficientemente calientes y deprimidos como para irnos de ahí. Considerando que era, a efectos prácticos, mi único día en Honduras, hice la excepción de dejar un partido del Ciclón sin terminar. No me perdí mucho, sólo dos goles.

No quiero decir "yo les dije", pero todo el que habla de fútbol conmigo sabe el odio visceral que le tengo a Ruggeri como técnico. Es todo lo que voy a decir.

Así que paseamos por el centro de Tegus y por Comayagüela, un distrito vecino que es como parte de la ciudad, y donde estábamos hospedados. Algunos edificios lindos, que como están en la parte de atrás de los billetes, podíamos saber qué son. Y un parque donde están reproducidos pirámides y otros edificios mayas en miniatura, bastante copado. (Foto).

Acá son bien futboleros, no como en Nicaragua, donde les gusta el béisbol más que nada. Y desde el hotel escuchábamos a la multitud en el Estadio Nacional, ya que era domingo.

La zona donde estábamos, una onda mercado callejero bastante caótica y ruidosa y sucia. En ningún lado encontré artesanías, ni lindas ni feas, así que me vuelvo sin nada para mí ni para la casa, a menos que compre algo muy caro en el aeropuerto.

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