la otra cara de la historia
Arde el sol afuera; por primera vez, creo que me quemé de más, en la sesión de surf de la mañana, como tres horas en el agua.
Anoche me enteré del otro ángulo de la historia de los extranjeros que quieren comprar estas hermosas tierras. Conocí a Adam, un neocelandés que lo logró, al igual que un australiano y un yanqui. Ellos fueron los primeros y los últimos porque, ni bien uno lo hizo, los otros se tuvieron que apurar a comprar antes de la siguiente asamblea del pueblo, en la cual de hecho la gente decidió prohibir la venta de tierras a extranjeros.
Adam se está construyendo su casita de dos niveles en un campo en medio de cultivos de papaya (mex. mamón). Hasta se hizo un horno pizzero. Ahora, él es parte de la comunidad y tiene que servir un año como policía, tiene voto en la asamblea y no paga para ir a la playa.
Hasta la señora del almacén le pide que se lo cuide un rato mientras ella va a hablar por teléfono.
Anoche me enteré del otro ángulo de la historia de los extranjeros que quieren comprar estas hermosas tierras. Conocí a Adam, un neocelandés que lo logró, al igual que un australiano y un yanqui. Ellos fueron los primeros y los últimos porque, ni bien uno lo hizo, los otros se tuvieron que apurar a comprar antes de la siguiente asamblea del pueblo, en la cual de hecho la gente decidió prohibir la venta de tierras a extranjeros.
Adam se está construyendo su casita de dos niveles en un campo en medio de cultivos de papaya (mex. mamón). Hasta se hizo un horno pizzero. Ahora, él es parte de la comunidad y tiene que servir un año como policía, tiene voto en la asamblea y no paga para ir a la playa.
Hasta la señora del almacén le pide que se lo cuide un rato mientras ella va a hablar por teléfono.
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