23.8.06

el que se va sin que lo echen

Todo muy lindo, todo muy rico, muchas gracias, buenas noches.

Estoy surfeando en agua tan clara que me veo los pies cuando estoy sentado esperando una ola. Sé que la semana que viene voy a surfear con paquetes de Doritos flotando en el mar a mi alrededor. Nada de pelícanos persiguiendo peces que saltan sobre el agua, ni de tortugas que aparecen de repente, ni de rayas que pican con la cola al surfista desafortunado de la semana. Y que en dos semanas volveré a ser un estudiante y voy a tener horarios fijos y que me voy a morir por estar acá, haciendo nada, tomando mate mientras espero que baje la marea...


Pero así y todo, ya me quiero volver a casa. Mi cama de tan sólo cinco mesecitos, mullida y firme, me espera. Siento el llamado del sofá y del control remoto. Clarman las voces de la heladera, de la pava, del escritorio y de la mesa de la cocina con la tostadora encima. Quiero volver a ser un sedentario habitante urbano. ¡Basta de falsos romanticismos!

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