3.8.06

Ohmmm, falsa paz junto al lago...

Estoy sentado en chancletas y remera blanca -no tengo camiseta de viejo, lamentablemente- tomando mate a la puerta de mi habitación al atardecer. Lo único que me falta es la calle enfrente y los vecinos que pasen y me digan: "Adioooo..."

Pero enfrente tengo selva, ya que estoy en un pueblo mínimo a orillas del lago Atitlán, llamado San Marcos La Laguna, habitados por mayas kaq'chikel, arriba en la ladera del cerro, y europeos y estadounidenses abajo, los que se compraron las mejores parcelas cerca del lago, construyeron hoteles y centros de meditación y terapéuticos donde encontrar tu "niño interior" (no es joda), y parece que mayormente le dieron la espalda al pueblo y a sus habitantes. Éstos son bien pobres y entre ellos sólo unos pocos parecen estar beneficiándose algo con todos los extranjeros que visitan las propiedades privadas en su pueblo y no necesitan pisar la calle para nada.

"Uno viene a gastar la plata y la plata se va toda a Estados Unidos e Europa", me dice un artesano tano que hace siete meses está de viaje por aquí con su novia sueca.

Yo no entendía nada en un principio. Cuando salí del callejón donde se concentran las propiedades extranjeras y que sube del embarcadero (donde mi "hotel" es el último, el más barato y es de una guatemalteca), descubrí que la plaza principal casi no existe, la iglesia es pobre y lo que hay son callejones adoquinados, super empinados a los sectores donde vive la gente en casitas bastante humildes. No había restaurantes casi, ni otros servicios.

Después me di cuenta que todo eso está desde mi hotel hacia el agua, incluido un centro terapéutico o lo que sea que ofrecen sus servicios yóguicos en inglés, alemán y francés, ¡pero no en español!

El tano, que en tres días se averiguó todo, me dice que había mucha bronca por todo esto entre los locales, sobre todo entre los jóvenes.

En tanto, José, el señor del hotel y tiendita anexa, me dice que el terreno sobre el que éstos se asientan se vendió hace un tiempo por 500 quetzales (menos de 70 dólares) y ahora vale ¡un millón! (150 mil dólares).

El tano asegura que las armas de la bronca local son al menos dos: una, los horrendos cantos cristianos que se escuchan por altoparlante todas las tardes, cuando -dice él- los yoguis deben estar despidiendo el día, agradeciendo al Creador, etc.; la otra, la gran cantidad de perros que deambulan por los callejones, a los que, según el tano, sólo les tienen miedo los extranjeros.

(Mientras escribo esto, se escucha una voz de señora rezando -"en estos momentos, delante de tí, estamos felices, señor"- y de fondo, la más escalofriante voz de niña cantando una letanía que parece sacada de The Others o film similar. Very creepy).

Yo, para cuando tipee esto, estaré en San Pedro La Laguna, otro de los 12 pueblos alrededor del lago, ya que todo esto es demasiado y hay poco que hacer. Olvideme de decir que para Guatemala, el pueblo de la paz superficial es bastante caro.

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