navegando entre "continentes"
Antes de las 6 a.m., cuando pagaba el hotel-camping, me di cuenta que era 1 de agosto y pensé en la gente tomando caña con ruda en Misiones para ahuyentar los males. Me hubiera venido bien un trago, para inocularme contra la mala sangre de que se aprovechen de mi nobleza.
Hasta ahora, algún que otro transportista me había cobrado de más; el impuesto a la cara de extranjero, digamos. Desde que llegué a Palenque, la gran mayoría me cobró de más, según me fui dando cuenta. Hasta un tipo con quien charlé un rato lo justificó, onda "los turistas tienen plata". Pero el clímax llegó al cruzar la frontera líquida con Guatemala.
Me levanté a las 5 -mucho antes de que amanezca- y tomé una combi de dos horas y media hasta la frontera. Ese chofer ya me cobró de más, a pesar de que me quejé porque yo había averiguado el precio. Decidí ignorarlo, yo no me llamo "cinco pesos mexicanos"...
En el embarcadero, el lanchero (foto) me mintió de arriba abajo. Yo necesitaba llegar a Bethel, Guatemala, río arriba, para tomar un bus a Flores. Me dijo que el bus salía a las 11 (mentira) y que el viaje en lancha eran 50 minutos (mentira). Eran las 10.00. Con el apuro que me metió, decidí pagar por el viaje solo, en lugar de esperar por más gente para compartir el costo. Y al final estuve más de una hora esperando en Bethel a que salgan dos colectivos, que se llenaron con toda la gente que llegó atrás mío. Grrr...
El cruce en lancha, eso sí, estuvo espectacular. Por veinte minutos, navegué entre México y Guatemala, Norte y Centroamérica, por el río Usumacinta, uno de los más caudalosos de México, según un cartel.
Ahora estoy en Flores, una isla muy bella en el lago de Petén Itza. Claro que estoy parando en la parte de la ciudad que no es isla y es fea, pero es sólo cruzar un puente a pie y listo. Además, me quedo sólo hasta mañana a la tarde. Recorreré las ruinas de Tikal y después me las tomo rumbo a Ciudad de Guatemala y luego el lago Atitlán.
Me quedan sólo 27 días de vacaciones y ya me están entrando ganas de surfear pronto.
Hasta ahora, algún que otro transportista me había cobrado de más; el impuesto a la cara de extranjero, digamos. Desde que llegué a Palenque, la gran mayoría me cobró de más, según me fui dando cuenta. Hasta un tipo con quien charlé un rato lo justificó, onda "los turistas tienen plata". Pero el clímax llegó al cruzar la frontera líquida con Guatemala.
Me levanté a las 5 -mucho antes de que amanezca- y tomé una combi de dos horas y media hasta la frontera. Ese chofer ya me cobró de más, a pesar de que me quejé porque yo había averiguado el precio. Decidí ignorarlo, yo no me llamo "cinco pesos mexicanos"...
En el embarcadero, el lanchero (foto) me mintió de arriba abajo. Yo necesitaba llegar a Bethel, Guatemala, río arriba, para tomar un bus a Flores. Me dijo que el bus salía a las 11 (mentira) y que el viaje en lancha eran 50 minutos (mentira). Eran las 10.00. Con el apuro que me metió, decidí pagar por el viaje solo, en lugar de esperar por más gente para compartir el costo. Y al final estuve más de una hora esperando en Bethel a que salgan dos colectivos, que se llenaron con toda la gente que llegó atrás mío. Grrr...
El cruce en lancha, eso sí, estuvo espectacular. Por veinte minutos, navegué entre México y Guatemala, Norte y Centroamérica, por el río Usumacinta, uno de los más caudalosos de México, según un cartel.
Ahora estoy en Flores, una isla muy bella en el lago de Petén Itza. Claro que estoy parando en la parte de la ciudad que no es isla y es fea, pero es sólo cruzar un puente a pie y listo. Además, me quedo sólo hasta mañana a la tarde. Recorreré las ruinas de Tikal y después me las tomo rumbo a Ciudad de Guatemala y luego el lago Atitlán.
Me quedan sólo 27 días de vacaciones y ya me están entrando ganas de surfear pronto.
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