17.7.06

en la frontera

Reynosa -que había estado en el plan B en la previa- me abrigó en sus calurosos y desérticos brazos por un par de días en los que preferí quedarme al amparo del aire acondicionado en lo de la Pumanovia y, entre otras cosas, empezar este blog.

La ciudad tiene muchos rasgos "pintorescos". Por ejemplo, es una de las pocas en México con zona de tolerancia. Una avenida importante es conocida como El Charco, por razones inundatorias. Hay abundancia de moteles de todo tipo. En pocas palabras, es una ciudad de frontera, en la que el mejor paseo para los locales parece ser ir a McAllen, al otro lado, a comprar en los malls y comer en las franquicias.

Pumanovia me llevó a la zona de nadie sin avisarme y por unos minutos no estuve bajo la jurisdicción de nadie. Es que cruzamos el puente a EE.UU. pero nos dimos la vuelta antes de entrar. Como ya habíamos salido de México, oficialmente no estábamos en ningún lado. Lo más gracioso es que volvimos a entrar sin que nos pidan nada (yo no tenía mi pasaporte encima). Me pregunto que hubiera pasado si me lo pedían: ¿me hubieran dejado a morir en ese puente, sin poder entrar ni a los Estados Unidos de América ni a los Estados Unidos Mexicanos?

Un detalle que no sé si sabían: el río Bravo (Mex.) es lo mismo que el río Grande (grahn-dei, EE.UU.). La PN y su flia aseveran que la gente cruza sus aprox. 100 metros de ancho allí mismo, debajo del puente, en galante muestra de coraje, espíritu deportivo y necesidad de empleo.

Nota del P.:
Por Messenger, la PN defiende la ciudad donde se crió ante la caracterización expresada por este autor: "pero también decí que hay maquiladoras y pujanza comercial, no sólo tugurios", exige.

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