por fin, surf

De entrada, irónicamente, Puerto Escondido me decepcionó de tan bueno que está, en términos surferos.
A cien metros de mi cabaña -no pregunten por las instalaciones si son impresionables, ja- tengo la ola mundialmente conocida como "el Pipeline mexicano" (en referencia a la ola probablemente más famosa del mundo, que está en Hawaii). La cuestión es que las olas son grandoootas, las corrientes peligrosas, etc. En mi mejor forma física y deportiva, lo pensaría tres veces antes de meterme (y ahí aparecería como en las películas el rostro de mi madre diciendo: "tené cuidado, eh"). Imagínense ahora, que estoy gordo y fuera de estado.
Con el correr del día, encontré una playa más acorde a mis capacidades actuales y comencé a surfear olas mexicanas, con una tabla alquilada que es como un tronco de estilizada.
Pensaba compra una tabla acá, para venderla al final del viaje en Nicaragua. Pero, como realmente me interesa conocer bien Chiapas y Guatemala, donde no hay surf, voy a posponer la compra hasta El Salvador.

Hace un calor que mejor andar en cuero al mediodía. Hasta la suave brisa marina viene más caliente que bombilla de lata. (Chiste para Alex, mi amigo American-Argentinean que ya sabe hacer mate mejor que varios). (Chiste para Bruno, el Porteñan-Rosarinean, que tiene mi mate misionero casi de adorno).
Esto está lleno de gringos y europeos. Todos, gringos, euros y mexicanos, me suelen hablar en inglés primero. Ya estoy hasta la madre. ¿Para eso me fui de Santo Domingo Heights por dos meses?
2 Comments:
no se queje güerou, si quería que le vieran cara de local se hubiera quedado en el norte
cara de yanqui-cara de yanqui, lero lero!!
;-)
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