30.8.06

ahora sí, en casa

Al final, con el cuello dolorido y el resto del cuerpo también, aterricé en JFK a la madrugada y salí con mi mochila de la cinta transportadora a las 2 a.m. Era el único que encaró para el lado del Airtrain, en lugar de los taxis o autos de familiares. Pero después de dos meses de vivir con 15 o 20 dólares por día, no nos vamos a entregar a un viaje de $45 justo en el ultimísimo tramo, ¿no?

Igual, como soy un vivo bárbaro, en vez del subte, me tomé un tren suburbano que venía justo en unos minutos y me ahorré como una hora de viaje hasta Manhattan. Allí, tomé el subte, sí, y a las 3:30 de la matina triunfalmente traspuse el umbral de mi edificio.

Tuve tiempo de apreciar la mugre del departamento, darme un baño, ponerme el último boxer limpio, encontrar sábanas, tender la cama y acostarme por fin en la tan ansiada camucha.

Sin mayores percances, había completado la aventura que comenzó el 22 de junio, también a la madrugada. (La foto es de la última mañana, el último armado de mochila en Tegucigalpa).

Hoy, la noche siguiente, escribo estos últimos posts en mi propia computadora mientras bajo las fotos del viaje, que son apenas 123 (algunas publicadas en el blog las fui borrando y otras tantas están en la compu de la Pumanovia).

Atrás quedaron el mar, la selva, las olas, las pirámides, los surfistas, los taxistas, los lancheros, los quetzales, los lempiras, los córdobas, los tacos, los chilaquiles, las pupusas, el vigorón, los hoteles, las hamacas, los hostales, los fideos, los mates, la gripe, los tajos, las aguavivas, el bronceador, mis zapatillas abandonadas en un murito de Tegucigalpa, el celular que me afanaron, los mayas, los lacandones, las 24 horas en Honduras, los 41 días en México...

Acá, todo sigue igual, no hay negocios nuevos ni cerraron los de siempre, murieron dos bomberos en El Bronx, el subte va y viene con el mismo ruido, el movimiento para pasar la tarjeta magnética por el molinete es el mismo, un sandwich cubano cuesta $4...

Es tan raro haber vivido tantas cosas y de repente volver a ser... el mismo de siempre.

28.8.06

casi en casa

Estoy en Miami desde las seis hasta las nueve de la tarde. Ernesto podría llegar mañana, porque se acaba de desviar, así que qué bueno que logré volar esta noche. Mientras espero, miro CNN, leo las tapas de los diarios, de a poco me meto de nuevo en la realidad.

Acá tuve que hacer migraciones. Qué sensación rara cuando el agente, muy simpático él, me dijo: "Bienvenido de vuelta a casa".

También -además de no se puede tener ningún líquido, gel o pasta en el equipaje de mano- me pararon a hacerme ¡un test de explosivos! en el bolsito. El tipo le pasó un papel circular por dentro y luego lo puso en una máquina que, por suerte, no activó ninguna sirena ni luz roja ni nada.

Me queda una hora de espera más tres de vuelo más dos de subte y ya estoy agotado. Cuando llegue a NYC, compraré la tarjeta mensual de subte e intentaré -como siempre- despertarme justo antes de mi parada.

Welcome back home...

***

(Una hora después, la puerta D40 donde iba a abordar mi vuelo se llenó de gente apurada por sumarse a la lista de pasajeros, a pesar de estar sólo en lista de espera, y la compañía empezó a ofrecer vouchers de $300 a quienes aceptaran quedarse en Miami hasta el día siguiente. Me tentó, pero mejor no quedarse a ver a qué hora llegaba el huracán).

¡Plop!

los problemas, al final

El viaje venía saliendo demasiado perfecto, así que el equilibrio kármico llegó entre ayer domingo y hoy, día del regreso.

Primero, cuando me iba a acostar anoche, buscaba el celular para ponerlo de despertador, ya que quería salir del hotel a las 7. No apareció. Revisé mil y un bolsillos, aunque he estado tan metódico que durante 68 días todos los objetos viajaron siempre en un mismo lugar. Sabía que no iba a aparecer. Así que sé que se quedó en Nicaragua.

La duda es: ¿me lo dejé de dormido, a las 4 a.m. del domingo, en la pieza del hotel, o me lo chorearon en la compañía de buses, donde el equipaje se despacha una hora antes de salir (el único rato que estuve separado de mi mochila)? Estoy casi seguro de que no me lo olvidé, porque dormido y todo, hice lo de siempre y miré abajo de la cama y todo. Segundo, también me falta el cargador, que solía viajar en el mismo bolsillo que el teléfono. Lo había tenido enchufado en el hotel, pero como sí me acordé de guardar el cargador de pilas, no veo probable que haya dejado el cargador, que estaba al lado.

Ya no importa, porque no hay manera de recuperarlo, pero sólo espero que no me lo use algún nicaragüense con parientes lejanos, porque el roaming estaba activado.

Segundo garrón, me levanté temprano igual, durmiendo mal porque no confiaba en el despertador que me prestaron los cordobeses, y llegué al aeropuerto híper-temprano. Al rato, me enteré que el vuelo se había cancelado por razones técnicas. (Parece que el ciclón Ernesto no tiene nada que ver. ¿...?)

Así que estoy en un shopping enfrente del aeropuerto -que está en construcción, no tiene ni cibercafé, y es casi tan chico como el de Posadas- posteando los últimos comentarios, mientras espero salir en el vuelo de la tarde, que me dejará en Miami varias horas más tarde de lo previsto. (La foto ilustra el shopping y un hecho básico de Centroamérica: si hay franquicias yanquis al costado de la autopista, es porque estás llegando a la capital).

Esto hace que no llegue al vuelo que tenía que tomar. Me estaban por mandar una noche a un hotel en Miami, hasta que después de media hora de llorarles, me consiguieron un vuelo que llega a JFK a las 12.30 de esta noche. Es decir que me espera un viaje en subte de como dos horas -a esa hora no hay expreso- para acostarme como a las 3 de la matina (ya que no creo que en los canales que tengo pasen el partido de Argentina-Turquía). Pero prefería eso a pasarme una noche en Miami -no está Pintos para ir a tomar una birra- y llegar mañana a las 3 de la tarde a casa.

¡Honduras, dejame ir...!

el coleccionista de hamacas y el carpintero

En el bus de Managua a Tegucigalpa, conocí a José y Martín, dos cordobeses de Oncativo ("somos del interior del interior", dijo José), que venían desde Venezuela en un viaje mucho más veloz que el mío. Habían estado en Colombia, Panamá y Costa Rica y seguían hasta México, todo en un total de 45 días.

Al llegar, buscamos hotel juntos y, por primera vez, en el último día de turismo, no salí solo a recorrer una ciudad nueva. Vino bien, porque Tegus no pintaba mucho más segura que Managua.

José -profesor de secundaria y artesano- andaba en busca de enterarse cuál es el pueblo de Honduras que se conoce por las buenas hamacas que hacen, ya que las colecciona. Como decía Martín, el carpintero, "no podía coleccionar monedas, estampillas..."

Dio la casualidad que Martín es hincha del Ciclón y, cuando pasamos por una casa de electrodomésticos, vimos el partido en Fox Sports. Ahí nos pusimos a buscar un restorán donde pasaran el partido, hasta que en un Pizza Hut nos aceptaron cambiar de canal. ¿Para qué? Nos terminamos de sentar cuando empezó la lluvia de goles. Para el 5-1, ya estábamos lo suficientemente calientes y deprimidos como para irnos de ahí. Considerando que era, a efectos prácticos, mi único día en Honduras, hice la excepción de dejar un partido del Ciclón sin terminar. No me perdí mucho, sólo dos goles.

No quiero decir "yo les dije", pero todo el que habla de fútbol conmigo sabe el odio visceral que le tengo a Ruggeri como técnico. Es todo lo que voy a decir.

Así que paseamos por el centro de Tegus y por Comayagüela, un distrito vecino que es como parte de la ciudad, y donde estábamos hospedados. Algunos edificios lindos, que como están en la parte de atrás de los billetes, podíamos saber qué son. Y un parque donde están reproducidos pirámides y otros edificios mayas en miniatura, bastante copado. (Foto).

Acá son bien futboleros, no como en Nicaragua, donde les gusta el béisbol más que nada. Y desde el hotel escuchábamos a la multitud en el Estadio Nacional, ya que era domingo.

La zona donde estábamos, una onda mercado callejero bastante caótica y ruidosa y sucia. En ningún lado encontré artesanías, ni lindas ni feas, así que me vuelvo sin nada para mí ni para la casa, a menos que compre algo muy caro en el aeropuerto.

los políticos son todos iguales II

El domingo 27, mientras salía de Nicaragua, leía uno de los diarios nacionales. Un titular a todo ancho de la tapa acusaba al Frente Sandinista de censurar una entrevista en la tele en que la hija de la esposa de Daniel Ortega lo acusaba de abusos cuando ella era chica. En la sección Política, las repercusiones porque Ortega ya empezó a descalificar a los observadores electorales de la OEA. Y las sospechas de fraude que apuntan al sandinismo porque es el que maneja la maquinaria electoral. Y también me entero de que en la coalición electoral del Frente Sandinista está el partido que solía ser del dictador Anastasio Somoza... ¡Plop!

27.8.06

una cerveza que costó tragar

La tarde que anduve caminando por San Salvador, en ese centro que es un laberinto de puestos de vendedores de ropa barata y comida y mil cosas más que te agarran del brazo para que entres a comprar, estaba agotado, sediento, acalorado y no encontraba un bar.

A unas cuadras de la plaza principal, por fin apareció uno. No sé si entré sin pensarlo dos veces, pero debería haberlo hecho.

En plena tarde calurosa, el antro en cuestión estaba penumbroso e inundado por la música a todo volumen de una máquina de discos. Varias mesas estaban ocupados por hombres con cara de rudos que se bajaban aguardiente y cervezas como merienda. Las mozas llevaban escotes más bajos o ropas más ajustadas de lo que la morfología de sus cuerpos, la hora del día y la moral y las buenas costumbres aconsejaban. En una sola mesa, había un grupo de jóvenes féminas también vestidas como si fuera de noche y todos los gatos fueran pardos. No sé bien si estaban ahí por negocios o por placer... o ambos.

Cuando terminé de absorber la escena desde mi mesa pegada a la puerta, ya era tarde para recular: había pedido una cerveza. De todas maneras, fue la que más rápído me tomé en mi vida. Si hasta pagué cuando me la trajo la voluptuosa moza. Con el último trago en el garguero, salí de ahí, lleno de realidad.

Hades(aparecido)

¡Loco, no puedo dejar al mundo solo una semanita, que nos quedamos sin un planeta! A ver si la próxima están más atentos, eh...

con custodia

Dilema: colectivo a Tegucigalpa sale a las 5.30 a.m. de Managua, a unas diez cuadras del hotel. La zona no es segura para caminar a ninguna hora y los del hotel me han acompañado hasta cuando fui a cenar a dos cuadras de distancia.

Solución: el dueño y sus dos hijos me acompañan en la caminata a las 4.30 a.m. y les pago un poco menos que un taxi, con los penúltimos córdobas que me quedan.

Qué loco.

pobre Managua

La primera impresión de Managua es que enseguida me dijeron que tuviera cuidado de no caminar solo por ahí. Llegué el sábado 26, compré el pasaje para este bus donde escribo a la mañana siguiente, conseguí alojamiento para la única noche allí, y me enfrentaba a dos opciones: una era pasarme la tarde en un shopping center cercano, comiendo en el patio de comidas, navegando en internet y hasta quizás viendo "Los Calientabancas"; la otra, ir hasta lago de Managua a unas cuadras de allí y ver los edificios y monumentos más significativos.

Desde el shopping, el lago y la antigua catedral se veían cerca. Y me tenía de muy mal humor no poder ir a recorrer. Así que hice de tripas corazón, metí los dólares abajo del cinto y dejé córdobas a mano por si me choreaban... y salí, dejando a mis espaldas la negra silueta de Sandino, el "general de hombres libres", que se recorta contra la Loma de Tiscapa, al lado del hotel Crowne Plaza, que tiene forma de pirámide maya.

Para ahorrarles el suspenso, fui y vine sin incidentes. Pero me quedé con una pesadez en el alma de ver un distrito tan desolado como ese. Managua tuvo terremotos en 1931 y 1972, la revolución sandinista en el '78 y '79 y las inundaciones del huracán Mitch en 1998. De resultas, lo que antes era el centro es una extraña combinación de baldíos y edificios oficiales (Cancillería, ministerio de Hacienda, Presidencia, Asamblea Nacional), solitarios, cada uno en una manzana. El único edificio alto en toda la ciudad es uno de oficinas de la Asamblea. Tan desolado y silencioso es todo que yo iba solo por el frente de la Asamblea, como cuando era chico, golpeando un palito ("tiriririririri...") contra las rejas.

En la plaza, donde aunque sea había algunas parejas apretando, está la tumba de Carlos Fonseca Amador, fundador del Frente Sandinista, que murió antes del triunfo revolucionario. También hay un monumento muy elocuente a los obreros y campesinos (los únicos que "lucharán hasta el final", dice una frase de Sandino en el pedestal), que es un tipo con una ametralladora en alto, rodeado de mástiles con banderas rojinegras. (Les debo las fotos por el zogaca de andar con la cámara encima).

La catedral, abandonada tras el segundo terremoto, es también impresionante. Un cascarón con dos campanarios y marcas de balazos en la fachada.

El dueño del hotel me explicó que como esa zona -y la vecina donde estábamos- "tiembla mucho", el centro de la ciudad ahora estaba en otra parte, y el antiguo centro quedó así. Muy raro.

vigorón, orinario, resaca, churrasco

La noche del viernes caminamos en la oscuridad hasta el único bar, a cenar y tomar, porque era mi última noches, casi todos los de la casa. Terminé en condiciones non sanctas. No sé si fue la primera borrachera en serio del viaje, pero que fue en serio, estoy seguro.

Así fue que a las 7 a.m. del sábado 26 me levanté aún alcoholizado, hice la mochila, entregué la Salvatrucha como parte de pago por míseros 23 dólares y pagué el resto de mi cuenta al contado, y partí.

Viajar resacado no estuvo tan mal como debería haberlo estado. Sobre todo, porque desayuné dos veces en el camino, una con una comida llamada vigorón, que me vendieron en una bolsita. Con la mano, obviamente, me comí una mezcla de repollo, zanahorias, plátanos y pollo fritos, creo, aunque nunca lo sabré con certeza.

Después de dos llevadas a dedo y dos buses, llegué al mercado central de Managua, una de las "terminales" de colectivos interurbanos. Tanta sed me había hecho tomar mucha agua y bajé urgido.

Por suerte, ahí mismo había unos acogedores locales deonde se ofrecían nada más que dos servicios: jugar a las máquinas tragamonedas electrónicas o ir al baño. Pagué mis dos córdobas de acceso al "orinario" y, como dicen los yanquis, me alivié. Salí a un patio donde había mesas bajo lonas de plástico, música fuerte de los comedores y los locales de tragamonedas, el ruido de los colectivos locales que pasaban enfrente, decenas de vendedores ambulantes de DVDs, CDs, ropa interior, chicles, cigarrillos.

Me senté en un local, del lado de adentro, al lado de la pared, abrumado por la resaca que hacía surreal la escena. Me comí un churrasco -con ese nombre en el menú, ¿qué más podía pedir?- y me tomé un par de Toñas. El mundo empezó a recobrar su coherencia. Claro que los vendedores no paraban de detenerse en mi mesa a ofrecerme desde medias hasta películas (entre los títulos se destacaba "Penes Grandes").

Y desde el restorán vecino sonaban a todo lo que daba canciones como esa que dice: "¿De dónde es?, ¿en qué lugar se enamoró de tí?"; o esa otra: "Y se marchó..., y a su barco lo llamó Libertad". Como para darle un toque onírico, ¿vio?

Salí y pregunté como a 5 o 6 personas cómo llegar donde iba y nadie me supo decir. Al final, seguí la información de una guía británica que me habían prestado para copiar datos como ése, y me tomé el 109, que me dejó bien, milagrosamente.

too old for this?

En la casa de playa Madera, estaban la californiana Julie, el salvadoreño Yuri, el alemán Stefan, la austríaca Rebeca, los israelíes Gil e Itai, la belga Emilia, los nicas Quique, Milton, Manuel, Juan Carlos. Etc.

Hablando pavadas, que es lo que se hacía en la penumbra a la noche, o cuando la marea estaba baja, me di cuenta de que, a mis 30, era el más viejo de todos.

Glup.

hueco

Llegás a la terminal de King Quality, el bus que te llevará a Tegucigalpa saliendo a las 5.30 a.m., una hora antes, como te pidieron. Es de noche y no anda nadie en las calles, excepto taxistas que tocan bocina a los peatones que ven y algún tipo mal entrazado. En la sala de espera, luces fluorescentes, un televisor con una película doblada y siete personas que esperan, mal dormidas, para viajar. Este es uno de esos momentos y lugares que ni pasan, se pierden para siempre en el basurero de los recuerdos inútiles, vacíos de anécdotas o de eventos fuera de lo ordinario. Nunca más vas a acordarte de los próximos cuarenta minutos de hacer nada más que desear dormir. Ser consciente de esto sólo empeora las cosas, estira los minutos, alarga la vivencia inservible.

26.8.06

mensajes del pasado

Durante más de una semana, dormí al lado de una pared con graffittis varios de surferos de todos lados, incluidos un hincha de Peñarol y uno de Boca (y otro que lo tachó).

El más enigmático -por lejos- es la frase de arriba en la foto ("No hay relajación sin el relajador"). El otro ("Estoy quemado por el sol") me sonaba moribundo, resignado, desesperado y resignado al mismo tiempo.

la salvatrucha

Tarde, porque esta mañana la dejé como parte de pago en el alojamiento de la playa, pero acá van las fotos de mi tabla que tan poco me duró...


¿quién es este tipo?

Después de unos veinte días de no verme la cara muy seguido por falta de espejos en los últimos dos lugares donde me hospedé, fue bastante sorpresivo verme la cara un rato al llegar hoy a Managua. Este es el tipo que anda de viaje con mi pasaporte y mi tarjeta de débito, no sé quién es...

23.8.06

el que se va sin que lo echen

Todo muy lindo, todo muy rico, muchas gracias, buenas noches.

Estoy surfeando en agua tan clara que me veo los pies cuando estoy sentado esperando una ola. Sé que la semana que viene voy a surfear con paquetes de Doritos flotando en el mar a mi alrededor. Nada de pelícanos persiguiendo peces que saltan sobre el agua, ni de tortugas que aparecen de repente, ni de rayas que pican con la cola al surfista desafortunado de la semana. Y que en dos semanas volveré a ser un estudiante y voy a tener horarios fijos y que me voy a morir por estar acá, haciendo nada, tomando mate mientras espero que baje la marea...


Pero así y todo, ya me quiero volver a casa. Mi cama de tan sólo cinco mesecitos, mullida y firme, me espera. Siento el llamado del sofá y del control remoto. Clarman las voces de la heladera, de la pava, del escritorio y de la mesa de la cocina con la tostadora encima. Quiero volver a ser un sedentario habitante urbano. ¡Basta de falsos romanticismos!

22.8.06

buscando la cena en la oscuridad

Como a la noche acá en Madera no hay comida, si uno no compró algo para cenar hay que caminar por la playa a oscuras hasta algún lado donde haya cena, que dependiendo del día, puede ser de uno a tres.

Lo interesante de la experiencia cenatorial es la caminata. Selva oscura, impenetrable, negra, puntuada por alguna luciérnaga, de un lado. El mar ruidoso, borboteante y las rocas traicioneras, filosas y resbalosas, del otro. Sin linterna, vas muerto. Ayer, incluso con el último resplandor del sol desde abajo del horizonte, me tropecé y me saqué un pedazo de uña de un pulgar.

Igual, está bueno, en los trechos que son sólo arena, apagar la luz y caminar en la oscuridad que no te deja ver ni las manos. Es una mezcla de encantamiento, principio de susto y libertad absoluta que vale la pena otra uña.

adoquines de dulce de leche

Los israelíes que uno se encuentra viajando por ahí, había sido, muchas veces son jóvenes recién salidos del servicio militar obligatorio. Las dos chicas del grupo con el que llegué acá (las dos se llaman Daphne) me contaban que es casi una tradición salir de viaje cuando terminás. Ellas recién terminaban dos años de colimba, donde a veces iban a la casa los fines de semana y parece que más al final estaban sueltas más tiempo. Los hombres hacen tres años, pero ese sexismo no les molestaba para nada, je.

Ahora, hace tres meses que empezaron su travesía desde México. Se van hasta Panamá, de ahí vuelan a Perú y siguen hasta Buenos Aires por tierra. Con todas las relativas privaciones que uno pasa en estos viajes, cuando hablaban de Buenos Aires -donde se quieren quedar como seis meses- se les iluminaba la cara. "¿Ahí se puede tirar el papel higiénico en el inodoro?", me preguntó una, ilusionada, como si preguntara si era cierto que las calles son de caramelo o algo así... Jajaj...

Pero también se morían por alfajores, facturas, carne, vino, etc., y yo no hice nada por aminorar sus ilusiones, ya que comparado en precio y gratificación, si yo fuera israelí, me pasaría todo el viaje en Buenos Aires.

21.8.06

los políticos son todos iguales, parece

Ayer, cuando estuve en San Juan del Sur, andaban autos sandinistas con banderas rojinegras, tirando cohetes. Las elecciones son en noviembre y, por lo menos por acá, sólo he visto carteles de "Daniel" y banderas del Frente.

Disculpenme, pero como no estoy trabajando, la única reacción que recogí fue la de un kioskero que me dijo: "Quieren que gane Daniel. A mí ninguno de esos me da de comer, así que yo no voto".

¿Será que ya están igual acá que en la Argentina del 'que se vayan todos', podridos de todos los políticos por igual? Los ideales de la revolución, historia antigua, parece.

paraíso encontrado

Uno de tanto tratarse bien, se termina poniendo exquisito.

Estaba un poco malhumorado al llegar a Madera porque las olas no eran gran cosa y no había contacto con el mundo exterior.

Después, a fuerza de hamaca, me fui dando cuenta de que estoy en un lugar espectacular, lo que un folleto llamaría "idílico". Nada más que rocas, selva, el mar, una playa con arena (en El Zonte no había, era todo piedras), muchos surfistas y viajeros, un bar con cerveza fría, mate a la mañana...

Así como no lo aprecié en el primer momento, sé que dentro de una semana -sólo eso me queda- esto me va a parecer el paraíso perdido.

20.8.06

ahora sí que desconectado

Bueno, tantas ganas de viajar me depositaron el viernes en una avenida en Rivas, en el sur de Nicaragua, sin saber bien adónde iba. Tenía una vaga idea de que quería ir a Popoyo, pero resultaba ser muy lejos desde allí y ya era después del mediodía y no convenía emprender el viaje. Me tomé un bus a San Juan del Sur en una estación de servicio donde un adolescente con horribles cicatrices en los dos brazos aspiraba pegamento de una bolsa.

Cuando llegué a San Juan del Sur, confirmé lo que me había enterado la tarde anterior en internet: no hay olas allí. Oh, improvisado yo. De inmediato, me convocaron un trío de israelíes que buscaban a alguien para completar un taxi y pagar menos a una playa al lado de la de surfear. Así que, sin tiempo de pensarlo mucho, partí con ellos.

En el camino, paramos en el cajero automático que el chofer dijo era el único... para darme cuenta que por primera vez en el viaje no podía sacar plata. Justo cuando no tenía ni un córdoba, porque me acababa de bajar del bus desde el dolarizado El Salvador.

Una vez en Madera, previa caminata de diez minutos con mochila y tabla por la playa, me enteré de que la "infraestructura" era más que básica: poca luz, casi nada de agua, comida cero a la noche. (Foto de mi residencia) Encima, sin plata local. Por suerte, había sacado dólares como para tener a la llegada a NYC, y con eso me fui arreglando.

Las olas están buenas, pero no tanto como en El Salvador, tal y como me había advertido Daniel. Pero digamos que uno la pasa bien en el agua.

El lugar donde estoy parando es lo único que hay en la playa, además de un quincho bajo el cual hay un par de carpas. Para venir a San Juan del Sur, uno depende de la caridad de los que tienen 4x4... y también para regresar, cosa que no sé aún cómo voy a hacer en un ratito. Así fue que me perdí un par de efemérides, por las que debía saludar a la Pumanovia y a la Pumamadre.

Por suerte, ahora acabo de encontrar otro cajero que sí aceptó darme córdobas, así que ya estoy cubierto por ahora. Me vuelvo a mi playa dejada de la mano de Dios hasta nuevo aviso, ya que saldré de ahí el lunes o martes para ir a otra similar, y luego, el sábado emprendo el largo regreso vía Managua-Tegucigalpa-Miami-New York.

19.8.06

surfista descocado

Si esto sigue así, voy a pedir disculpas porque este blog va a carecer de los mordaces y reveladores comentarios sore la vida local que sí ofreció en Guatemala y México. Es que me vine directo a la playa en mi primer día en Nicaragua y no he visto nada más que surfistas.

las cosas que hace el mate

Me puse a matear después de la primera surfeada del día y una mina se me acerca entusiasmada a pedirme. "Ma-thei! I love ma-thei!". Resultó que era yanqui de New Jersey y la paradoja es que ella surfeó en Mar del Plata más que yo y yo en Jersey más que ella.

17.8.06

salvado?

Parece que esta mañana me levanté con ganas de viajar.

Hasta ayer, tenía escrito un post donde comentaba que ya no llegaría a Nicaragua y que me quedaba en El Zonte hasta el final. Pero acá me ven, en un cibercafé en el centro de San Salvador, esperando que se haga de noche para tomarme un bus a Managua y luego Rivas, que es cerca de San Juan del Sur, mi destino cuasi-final en este viaje.

Estaba entre quedarme en EZ a desafiar las olas impresionantes de allí hasta dominarlas, o seguir viaje a Nicaragua a buscar playas más fáciles y divertidas. Y ganó el hedonismo.

Tuve suerte en llegar y conseguir pasaje para esta misma madrugada, porque quedarme en San Salvador, no le veo sentido. Concedo que sólo conozco el centro, donde estoy, pero es feeeeeeooo. Es como Ciudad del Este, sin los árabes y mucho más grande. Cuando el bondi entraba, también vi que tienen shoppings y autopistas y multicines (y seguro, seguro, escaleras mecánicas de las que le gustan a Lalo). Pero la parte céntrica es sucia y llena hasta el cuello de puestitos en las calles. Si a cierto amigo cuervo que tengo no le gustó San José de Costa Rica, ni me imagino lo que opinaría de S.S.

16.8.06

maté a Tulio

Lo logré. Esta siesta terminé de leer la monumental Historia Contemporánea de América Latina de don Tulio H.D. El libro quedó a la miseria: como sus páginas están sólo pegadas, no aguanta su propio peso al ser leído y las tapas encima son blandas. Ahora tengo como diez capítulos fácilmente portables, que se fueron desgajando a medida que avanzaba, y yo guardaba religiosamente en una bolsita en la mochila. Ja.

14.8.06

te gusta


(Visto en Antigua Guatemala).

como los chalchaleros


Mis zapatillas andan de gira de despedida, también.

Les quedan dos semanas de vida conmigo y nunca volverán a ver a la Niu Shorc que las vio nacer -o donde me las compré, mejor dicho-. Sólo traje ese par y las ojotas. Así que no van a tener que revisarme el calzado en el aeropuerto.

maestro del autorretrato

Ésta la saqué en Antigua, en una de las tantas ruinas de iglesias que hay por ahí.

en la vía

...de recuperación, estoy. ya fui convenientemente medicado y reposado y he vuelto a las aguas.

en estos días, una duda me aqueja. cuando se me pasó la fiebre, me di cuenta que me quedaban sólo dos semanas de vacaciones (ya sé que hay gente que se TOMA dos semanas de vacaciones, no me insulten). pero a mí me parece que se me fue el viaje entre delirios y sudor y mocos.

ahora, no sé si quedarme en El Salvador hasta el final o hacer una visita a Nicaragua antes. es que el viaje hasta la playa a la que quiero llegar me llevaría día y medio y entonces empieza a perder su atractivo. ya les contaré qué pasa.

en tanto, acá sin muchas novedades. deliré. me recuperé. me encontré un diario de dos días de edad que me contó que arrestaron a unos paquistaníes por cuya culpa no puedo llevar equipaje de mano a la vuelta. con Daniel -un surfista ruso criado en California- comimos "chorizo argentino", hecho en El Salvador, muy bueno. casi termino Halperín Donghi, lo tengo al borde del nocaut. hace un calor terrible. llueve por las noches, casi sin falta.

12.8.06

engripado

hasta nuevo aviso, la actividad bloggística está seriamente limitada, porque estoy engripado hace dos días y todavía en reposo y recuperación. no surfeo desde el miércoles, todo mal. los mantendré al tanto. por suerte no es dengue ni malaria ni nada muy original, sino la gripe viral que me agarro todos los años una o dos veces. besos y abrazos a todos.

9.8.06

en el invierno salvadoreño

"Ahora se podría decir que hace frío", me dice Juan Carlos, un comerciante amigo del ruso Daniel, mientras tomamos un jugo helado, que te venden en una bolsita con una pajita. Estamos en La Libertad, son como las 6 p.m. y hace un tremendo calurón.

Pero Juan Carlos -que jugó en Atlético Marte en la primera división, con Oscar Tedini y otros argentinos- explica que ahora, como llueve seguido, es cuando está más fresco. ¡Plop!

...

Escribo esto al día siguiente a las 2 p.m. Estoy tirado en la hamaca en la galería y aún así no dejó de transpirar.

8.8.06

lo que no pudo hacer Menem

Me bajé en la frontera para salir formalmente de Guatemala, y me rodearon como diez arbolitos (arg. cambistas informales). Hice mi trámite y después cambié los pocos quetzales que me quedaban (menos un billete y una moneda, de recuerdo), por un dólar. Les pregunto a cuánto se cambia y cómo se llama la moneda salvadoreña. Craso error: me olvidé que hace tres años que el país está dolarizado.

Me dio como lástima.

Como las cosas son más baratas que en USA, acá sí sirven los pennies (gring. centavos), así que si vuelvo por estos lares, la próxima traigo el tarro de monedas que tengo en la mesa de luz.

* * *
Ah, además, en El Salvador no hice migraciones. No sé si es porque tendrán unificado el sistema con el resto de Centroamérica, me late que no. Pero el hecho es que una agente se subió al bus, miró los pasaportes de todos y se bajó sin más. Ni cuando iba a comprar zapatillas a Paraguay entré con tan poco esfuerzo a un país.
* * *
Eso sí, los colectivos inter-pueblos acá sí tienen boletos, precio fijo y ¡hasta números de línea!

Bienvenido a El Zonte

No quisiera aburrir con relatos repetitivos así que no voy a entrar en detalles sobre las diez horas de viaje en cuatro colectivos para llegar de Antigua a Guatemala a Santa Tecla a La Libertad a El Zonte, muerto de calor a las 5 p.m.

Encima me caminé todo el mínimo pueblo con la mochila a cuestas en busca de algo más barato que $5 la noche, pero no hay. Sorprendente, dado que en Guatemala llegué a pagar $2.

Al final, me quedé en una casa donde estoy solo, pero tengo pileta, palmeras, ventilador en la pieza, hamaca en la galería, perra, murciélago que ronda la pieza de noche, y los hijos de los dueños, Edwin (12) y Wilmer (11), para conversar.

Lo único que para hacer acá es surfear y esta mañana me compré la tabla que necesitaba para eso. Está hecha mierda y vieja, pero salió barata y no pasará de Nicaragua, donde la pienso vender. Ha sido bautizada La Salvatrucha, uno, porque es salvadoreña y dos, se me acaba de ocurrir, porque tiene tantas cicatrices como un pandillero de la Mara Salvatrucha. ¡Cuac!

Ancohe, apenas me instalé, me tiré a la pileta e hice mate para tomar en la hamaca (es dura la vida en El Salvador, eh), se largó la tormenta del siglo, aunque me temo que todos los días es así en esta época. Se había cortado la luz hacía un rato, así que tomé mate, cociné, leí, a la luz de una vela. Encima estaba leyendo -y terminé- un librito sobre la revolución sandinista, así que todo muy zurdito latinoamericanista, jaja... No me puse el suéter por obvias razones climáticas.

6.8.06

fin de semana en Antigua

Por fin, frené y pasaré dos noches en la misma cama: estoy en Antigua Guatemala, que solía ser la capital, de ahí el nombre.

Es una ciudad bella por donde se la mire, con un montonazo de edificios coloniales. Deigamos que no sería buena idea tomar como punto de referencia alguna iglesia antigua, porque cada vez que doblás la esquina aparece otra.

Hay muchos turistas centroamericanos, por fin, y por ser éste un fin de semana festivo en El Salvador, carteles de "Bienvenidos hermanos salvadoreños" en muchos restaurantes.

Según coincidimos con Micaela, una vendedora de cajas fuertes italiana, lo que no tiene Antigua es ese plus de onda que sí tiene, por ejemplo, San Cristóbal de Las Casas, a pesar de su belleza física. No sé, es algo así como una rubia tonta, je.

Eso sí, me sirvió que hay un montón de artesanías, para terminar en agosto las compras de Navidad para la familia. Aunque, pensándolo bien, están tan buenos los regalos que capaz que me los quede y les mande a todos remeras de I LOVE NY.

Ahora es domingo de mañana, se escuchan cohetes que por esta región suelen señalar una fiesta patronal en alguna iglesia. Me desperté antes de las 9, aunque quería seguir durmiendo. No sé porqué en el viaje no duermo nunca más de ocho horas, y cuando estoy en casa nunca logro dormir menos que eso.

Mañana, lunes 7, encaro la ruta a El Salvador -esperando tener mejor suerte que James Woods- en un viaje que en el mapa parece simple, pero auguro complicado. Lo que sería la ruta más directa a la playa, me ha dicho un salvadoreño que va a ser más lenta que si fuera hasta la capital -a priori, innecesario- y de ahí me regresara para el lado de la costa. Veremos cómo va.

corolario del teorema de las panaderas

Oído en Antigua Guatemala esta mañana:

- Hola, ¿tienen algo con cajeta?
- ¡¿Con quéééééé?!
- (con la cola entre las piernas)...¿con dulce de leche?
- Ahhhhhhh... sí.

oído en San Pedro La Laguna

- Una pregunta, ¿de dónde salen las camionetas que van a otros pueblos?

- No, acá no hay camionetas, acá hay pick-ups.

- ...

5.8.06

perdido again

¡Había sido que Fidel Castro está mal!

No puede ser que me gane de mano, cuando por fin decidí ir a Cuba pronto, "antes de que se muera Fidel", como solemos decir con cierto pelirrojo amigo. Me imagino que debemos ser muchos los que pensamos lo mismo

mirá vos...

De entrada, los guatemaltecos te caen bien, porque hablan de "vos", no de "tú". ¿Podrán creer que es a mí que me cuesta hablar de "vos", porque estoy acostumbrado a decirle "tú" en general a todos los latinoamericanos no-argentinos?

El acento de acá igual a mí me suena un poco caribeño (espero que no se enoje Miss G. si lee esto). Es como que cruzaron a un argentino con un puertorriqueño y salió un guatemalteco.

San Pedro, San Marcos, San Tiago...

Voy a paso redoblado recorriendo Guatemala, donde no he dormido dos noches en el mismo pueblo. Es un país muy lindo, en serio, pero yo quiero surfear el lunes en El Salvador. Si el caprichoso Dios de los Transportes Centroamericanos me sonríe, lo lograré.

Después de San Marcos, me quedé en San Pedro La Laguna y también visité Santiago Atitlán. Ya eran pueblos más grandes que aquel, ambos también a la vera del Lago Atitlán.

San Pedro también tiene muchos gringos, pero la cosa es más repartida: también hay hoteles y restaurantes que son de gente local. Recorrí el centro, la plaza, el mercado (en una hora como mucho), todo bastante pobre. Además, me compré un termito chino de medio litro, ideal para viajar.

Me impresionó que por TODO el pueblo hay carteles pintados en las paredes de tinte cristiano evangélico: "Cristo es tu única esperanza", y otros menos tremendos. También en una tienda, estaban escuchando hip hop cristiano en español.

Santiago, en cambio, es conocido por el culto a Mashimón, que es la adaptación maya de San Simón. Es en una pieza al frente de una casa privada, donde tienen al santo con sombrero, camisas y muchas corbatas colgando. Le ponen plata y velas y, creo, bebidas y cigarros (estaba medio oscuro ahí adentro).

Cuando fui, había seis tipos allí. Uno, arrodillado frente al santo, rezaba en voz alta en tz'utujil (supongo) y revoleaba un incensario. Uno fumaba. Otro se acostó en un banco. Entraron un par de gringos traídos por un guía local y éste les explicó en voz apenas baja de qué iba la cosa, lo que me pareció irrespetuoso, pero no sé si será normal. Igual, todos los visitantes le dejamos algo de plata al santo y a sus adoradores.

En Santiago era día de mercado, así que había MUCHOS TAPICES MUY LINDOS, ;-), como los que le gustan a mi mamá.

Lo copado es que, para ir hasta ahí desde San Pedro, hay que cruzar el lago en barco o lancha, así que es un paseo bien chido.

charlando con el lechero

Al levantarme el viernes 4 para dejar San Marcos camino a San Pedro, me encontré con que los niños del pueblo iban a jugar campeonatos de fútbol y básquet contra otras escuelas en otro pueblo. Consecuencia: todas las pick-ups de transporte público estaban ocupadas y no había manera de salir de allí.

Por suerte, un repartidor de lácteos me llevó gratis y directo al pueblo al que yo iba, ahorrándome dos trasbordos de camioneta.

Encima, fuimos charlando de fútbol todo el viaje y el tipo sabía más que yo de la actualidad del fóbal argentino. (Tienen TyC en el cable acá).

Me contó que acá siempre salen campeones Municipal o Comunicaciones, los equipos capitalinos. Y que al Xelajú, de Xela (Quetzaltenango), su ciudad, lo robaron en la semi del torneo pasado, como les suele suceder a los equipos del interior.

Hoy, leyendo el primer diario desde San Cristóbal de Las Casas, me enteré que un formoseño que jugaba en Guaraní de Paraguay es uno de los refuerzos de Comunicaciones. Qué nivel.

3.8.06

otra que juego de pelota

La redacción del post anterior se vio interrumpida porque escuché ruidos de pelota y gritos y en lo que me calcé, pregunté cómo llegar a la canchita y llegué, el partido se acabó. Los mayas se perdieron de ver en vivo a un auténtico genio de las pampas criollas. Pobres de ellos.

Ohmmm, falsa paz junto al lago...

Estoy sentado en chancletas y remera blanca -no tengo camiseta de viejo, lamentablemente- tomando mate a la puerta de mi habitación al atardecer. Lo único que me falta es la calle enfrente y los vecinos que pasen y me digan: "Adioooo..."

Pero enfrente tengo selva, ya que estoy en un pueblo mínimo a orillas del lago Atitlán, llamado San Marcos La Laguna, habitados por mayas kaq'chikel, arriba en la ladera del cerro, y europeos y estadounidenses abajo, los que se compraron las mejores parcelas cerca del lago, construyeron hoteles y centros de meditación y terapéuticos donde encontrar tu "niño interior" (no es joda), y parece que mayormente le dieron la espalda al pueblo y a sus habitantes. Éstos son bien pobres y entre ellos sólo unos pocos parecen estar beneficiándose algo con todos los extranjeros que visitan las propiedades privadas en su pueblo y no necesitan pisar la calle para nada.

"Uno viene a gastar la plata y la plata se va toda a Estados Unidos e Europa", me dice un artesano tano que hace siete meses está de viaje por aquí con su novia sueca.

Yo no entendía nada en un principio. Cuando salí del callejón donde se concentran las propiedades extranjeras y que sube del embarcadero (donde mi "hotel" es el último, el más barato y es de una guatemalteca), descubrí que la plaza principal casi no existe, la iglesia es pobre y lo que hay son callejones adoquinados, super empinados a los sectores donde vive la gente en casitas bastante humildes. No había restaurantes casi, ni otros servicios.

Después me di cuenta que todo eso está desde mi hotel hacia el agua, incluido un centro terapéutico o lo que sea que ofrecen sus servicios yóguicos en inglés, alemán y francés, ¡pero no en español!

El tano, que en tres días se averiguó todo, me dice que había mucha bronca por todo esto entre los locales, sobre todo entre los jóvenes.

En tanto, José, el señor del hotel y tiendita anexa, me dice que el terreno sobre el que éstos se asientan se vendió hace un tiempo por 500 quetzales (menos de 70 dólares) y ahora vale ¡un millón! (150 mil dólares).

El tano asegura que las armas de la bronca local son al menos dos: una, los horrendos cantos cristianos que se escuchan por altoparlante todas las tardes, cuando -dice él- los yoguis deben estar despidiendo el día, agradeciendo al Creador, etc.; la otra, la gran cantidad de perros que deambulan por los callejones, a los que, según el tano, sólo les tienen miedo los extranjeros.

(Mientras escribo esto, se escucha una voz de señora rezando -"en estos momentos, delante de tí, estamos felices, señor"- y de fondo, la más escalofriante voz de niña cantando una letanía que parece sacada de The Others o film similar. Very creepy).

Yo, para cuando tipee esto, estaré en San Pedro La Laguna, otro de los 12 pueblos alrededor del lago, ya que todo esto es demasiado y hay poco que hacer. Olvideme de decir que para Guatemala, el pueblo de la paz superficial es bastante caro.

el bondi del demonio

Mi llegada acá fue una auténtica peripecia. Salí anoche de Flores a las 9.30 p.m. en un bus de segunda a Guatemala. No hay manera de ir en bus al oeste del país desde el norte sin pasar por la capital en el centro, según parece.

El viaje fueron nueve horas en un bondi viejo y hecho pedazos -en especial mi butaca- y sin el prometido aire acondicionado. Me la aguanté igual, pero después del calurón de Flores, no hubiera venido mal.

En un momento, subió la Policía a pedir documentos. Justo el chabón eligió mi fila, porque éramos varios con cara de extranjeros. Sólo que los otros, serían sospechosos de ser inmigrantes, supongo. Como para dejarme tranquilo, se disculpó diciendo que lo hacían porque había habido mucho crimen en los buses. Glup.

Sucio, mal dormido y serio como perro en bote, llegué antes del amanecer, así que me quedé en la terminal hasta que hubiera luz y pudiera salir a buscar la otra terminal, de donde salen los buses al oeste. (En la mayoría, creo, de las capitales centroamericanas cada línea o destino tiene su propia terminal).

Me tomé un colectivo urbano y confié en el chofer, que me dejó en una parada en una esquina de donde salían buses ex escolares yanquis para todos lados. Ahí comenzó la carrera contra la muerte.

Me convencieron de tomarme un bus a Los Encuentros para conectar a Panajachel, mi supuesto destino. Fueron dos horas al palo en uno de esos colectivos, lleno hasta que íbamos tres por asiento doble en algunos tramos, a toda velocidad por la autopista, pasando camiones por el carril contrario en curvas de montaña (no es joda) y lanzándose en picada hacia la banquina -no importa quién venga por la derecha- para recoger pasajeros. (Perdonen los colores de la foto, es el fotómetro de la cámara que está muriendo).

El equipo demoníaco lo constituían el chofer y dos secuaces que desde el estribo iban a los gritos y chiflidos y bocinazos: "¡QuiCHEEEEEE, Los En-CUEEEN-tros"... Arreaban a la gente para subir y bajar, uno le chiflaba a los vehículos que íbamos a pasar para que frenaran antes de que chocáramos con el camión o colectivo que venía en sentido contrario, o si no, sostenía la palanca de cambios, que parece que le fallaba la tercera, el otro cobraba, saltaba al techo para subir o bajar paquetes, todo esto sin dejar de bromear, discutir por la música y hablar por teléfono con algún coordinador de la flota maléfica.

En un momento, cerramos tan feo a un colectivo rival para tomar unos pasajeros que el otro chofer tocó la bocina en tono calentón y los pibes se apuraron a sacar de abajo de un asiento y dejar a mano en el piso un tremendo garrote de los de probar las gomas. El otro nos respiraba en la nuca y parecía que iba a haber una buena trompeadura en la banquina (¿Qué debe hacer un pasajero leal en estos casos? ¿Agarrarse con los pasajeros del rival?).

Pero en eso un control policial los hizo parar a los dos y los pibes se bajaron con los papeles del coelctivo y algo de plata para coimear al cana, lo que hicieron con celeridad, poniéndole los billetes bajo el brazo doblado con que sostenía el diario. Luego, subieron y rajamos del rival furibundo, que tardó más en dar explicaciones a la ley.

"Nos salvó la policía", dijo uno de los pibe, y desde allí, bajaron a los pasajeros casi sin detenerse para ganarle tiempo al otro.

Después de semejante experiencia, me tomé dos colectivos más. Parece que cada vez que pedía ir directo a algún lado, me mandaban al que era con conexión. (Juro que te mienten. Les preguntás: "¿Panajachel?". Te dicen: "Sí, pásele adelante". Después, te vienen con: "Se tiene que bajar acá, que pasa el que va a Panajachel". Y así...)

Finalmente, una media hora en lancha a través del hermoso lago Atitlán, con volcanes y tremendas casas en la costa, y llegué a San Marcos (no sin antes pelear el precio porque me di cuenta de que me estaban por cobrar el doble de la tarifa local. Igual pagué 15 quetzales en vez de 10). Eran las 12 del mediodía, 14 horas y media de viaje.

2.8.06

chau Flores

Un día y unas horas extra, suficiente para Flores y Tikal. Hace demasiado calor y es caro. Es linda la isla pero es un lugar chiquito, de callecitas lindas, de bares sobre el lago, etc., de esos donde hay que venir con la novia. (Mientras tanto, a miles de kilómetros al norte de allí, la Pumanovia se enfrenta a su primera semana de trabajo). Eso sí, me di el gusto de nadar en el lago hace un rato, mientras hacía tiempo para irme. En 2 horas y pico, me tomo un bus a Guatemala, para conectar de allí a algún punto al oeste, ya les contaré.

orgullo de Guatemala

Será que hace tanto calor en Flores... o que siempre ando con sed..., pero el primer trago de una cerveza Gallo bien helada es indescriptiblemente delicioso...

en Tikal

Tikal es uno de los sitios arqueológicos mayas más grandes. Es impresionante, porque está en medio de la selva -por eso tardaron en descubrirlo- y es tanto paseo histórico como natural. Uno va por dentro de los senderos de la selva y no ve los edificios que están ahí nomás. Eso sí, se camina como perro: yo calculé que caminé veinte kilómetros en cinco horas, y eso que no recorrí todo.

En el lugar, hay sistemas pluviales que construyeron los mayas y aún hoy funcionan, con tan sólo un revestimiento nuevo de concreto.

No les puedo contar mucho de la historia, porque había super pocos carteles explicativos y los mochileros no tenemos guita para pagar guías. Sin embargo, robé algunos datos de los comentarios de los guías locales que hablan italiano, francés, inglés.

El calor y la humedad que hacían en esa selva ni les cuento. Traspiré como nunca en la vida. Todo enmarcado con los ruidos de la selva: asomado a una barranca atrás de una de las acrópolis del sitio, se escuchaba un mono aullador que parecía que King Kong estaba suelto ahí nomás. También vi monos araña, que andan de árbol en árbol prendiéndose con la cola.

Las pirámides -templos- estaban tapados totalmente por árboles. Once generaciones de grandes árboles crecieron sobre ellos, durante 1.100 años de abandono (es decir que estuvieron ocupados hasta más o menos el 700 d.C). Fueron descubiertos por gente que vio los topes sobresaliendo entre los árboles cuando buscaba el mejor camino a Yucatán, en México, porque los católicos de la zona dependían de ese obispado.

La ciudad, según uno de los pocos carteles, "surgió y se desarrolló como ninguna otra en el Nuevo Mundo, y colapsó luego de aproximadamente 1.800 años de ocupación continua".

Subí a los tres edificios altos a los que había acceso. El más bajo fueron 73 escalones que tienen la altura de un murito, más o menos por mi rodilla. Era un ejercicio extenuante, pero super valió la pena, ya que la vista desde allá arriba era impresionante: selva, selva, y los topes de las otras estructuras.

Había muchos trabajos de remodelación, para dejar los edificios como se veían cuando tenían ocupantes. ¿Será que van a poner un shopping?

1.8.06

tuc-tuc, siga a ese tuc-tuc

Una de las cosas que me llaman la atención en cada lugar es ver cómo se mueve la gente.

En Flores y otras partes de Guatemala, hay tuc-tucs, que son estos taxis en moto como el de la foto, que yo pensé que sólo se usaban en el sudeste asiático.

navegando entre "continentes"

Antes de las 6 a.m., cuando pagaba el hotel-camping, me di cuenta que era 1 de agosto y pensé en la gente tomando caña con ruda en Misiones para ahuyentar los males. Me hubiera venido bien un trago, para inocularme contra la mala sangre de que se aprovechen de mi nobleza.

Hasta ahora, algún que otro transportista me había cobrado de más; el impuesto a la cara de extranjero, digamos. Desde que llegué a Palenque, la gran mayoría me cobró de más, según me fui dando cuenta. Hasta un tipo con quien charlé un rato lo justificó, onda "los turistas tienen plata". Pero el clímax llegó al cruzar la frontera líquida con Guatemala.

Me levanté a las 5 -mucho antes de que amanezca- y tomé una combi de dos horas y media hasta la frontera. Ese chofer ya me cobró de más, a pesar de que me quejé porque yo había averiguado el precio. Decidí ignorarlo, yo no me llamo "cinco pesos mexicanos"...

En el embarcadero, el lanchero (foto) me mintió de arriba abajo. Yo necesitaba llegar a Bethel, Guatemala, río arriba, para tomar un bus a Flores. Me dijo que el bus salía a las 11 (mentira) y que el viaje en lancha eran 50 minutos (mentira). Eran las 10.00. Con el apuro que me metió, decidí pagar por el viaje solo, en lugar de esperar por más gente para compartir el costo. Y al final estuve más de una hora esperando en Bethel a que salgan dos colectivos, que se llenaron con toda la gente que llegó atrás mío. Grrr...

El cruce en lancha, eso sí, estuvo espectacular. Por veinte minutos, navegué entre México y Guatemala, Norte y Centroamérica, por el río Usumacinta, uno de los más caudalosos de México, según un cartel.

Ahora estoy en Flores, una isla muy bella en el lago de Petén Itza. Claro que estoy parando en la parte de la ciudad que no es isla y es fea, pero es sólo cruzar un puente a pie y listo. Además, me quedo sólo hasta mañana a la tarde. Recorreré las ruinas de Tikal y después me las tomo rumbo a Ciudad de Guatemala y luego el lago Atitlán.

Me quedan sólo 27 días de vacaciones y ya me están entrando ganas de surfear pronto.